2 de febrero de 2011

( In ) Usual Pain

Somos animales de costumbres, por eso somos humanos y solemos tender a lo fácil, siempre.
Cuando nos amoldamos a la comodidad de una rutina... es muy complicado sacarnos de ahí y a veces estas rutinas que nos creamos, muchas veces sin querer, son buenas, pero en alguna que otra ocasión pueden ser malas, pueden ser lo peor del mundo, nos pueden hacer un daño que no podemos ver estando ahí dentro...

Si, os estoy hablando de las tendencias auto-destructivas (físicas o psicológicas) que, lamentablemente, adoptamos como vía de escape muchas personas ante situaciones o sentimientos angustiosos, que podríamos arreglar hablando con nuestras amistades, escribiendo, saliendo de fiesta o simplemente siendo conscientes de que los baches pasan, y se quedan atrás. ¿Por qué entonces nos castigamos? Y lo que es peor... ¡a nosotros mismos! ¿Tan poco nos queremos?

Creo que lo más llamativo de todo esto, es que en la mayoría de los casos, lo hacemos involuntariamente. Eso es lo peor.
Nos machamos en nuestras cabezas por algo que nos ha pasado, pensamos mal de nosotros mismos, no paramos de darle vueltas, imaginamos lo que nos ha ocurrido de mil maneras... qué pensaran de nosotros, hasta que logramos amasar todos esos pensamientos de tal manera... que conseguimos crearnos una asquerosa sensación de angustia en nuestro cuerpo, que nos provoca lágrimas, nudos en la garganta, nerviosismo, insomnio, dolor de cabeza... ¿En serio queremos eso para nosotros?

Luego está el auto-infligirnos dolor físico. Este tema... es más delicado, mucho más.
Aquí podemos distinguir varias formas... haciéndonos daño físico directamente (cortes, quemaduras...), auto-medicándonos (con ansiolíticos por ejemplo), obligándonos a sufrir determinadas situaciones (pasar frío, esperar a alguien durante horas, escuchar canciones que sabemos que nos pondrán tristes...).

¿Por qué ocurre esto? Yo tengo alguna que otra teoría.

La primera teoría, que es la más sencilla de comprender, es el hecho de llamar la atención. Así de simple y así de llano. Lo hacemos sabiendo lo que estamos haciendo, siendo plenamente conscientes. Nos encanta llamar la atención, estar en boca de los demás, que se preocupen por nosotros... y siempre que hagamos alguno de estos actos (involuntarios o no) la gente de nuestro alrededor va a pensar precisamente esto.

Otra teoría, y más complicada de entender es porque directamente nos engancha, como cualquier droga.
Si señores, el dolor engancha. Os lo explico muy resumidamente: Existen unas hormonas en nuestro cerebro llamadas Endorfinas muy similares a la morfina (con efecto más corto pero más potente) , y son las responsables de nuestra percepción del dolor. Estas hormonas actúan regulando el dolor que percibimos... en una determinada situación nuestro cerebro las empieza a secretar et Voilà!: disminuye el dolor que sentimos.
¿Y entonces qué pasa? Pues que somos unos viciosos, y hay quien en vez de empinar el codo o fumarse un cigarrito de la risa le da por las endorfinas, que encima son más baratas.

Mi última teoría, y la que considero realmente chunga, es la de que nos infligimos dolor porque creemos que nos lo merecemos, como un castigo que nos imponemos, y en la mayoría de esos casos, no somos conscientes de lo que realmente estamos haciendo en ese momento.
Pienso fervientemente que es una manera de convertir en dolor físico el dolor emocional, porque nos puede resultar más llevadero. "Me duele el dedo porque tengo una raja", tiene lógica, no es... "me duele el pecho porque me han roto el corazón". Y actúan las endorfinas... relajándonos, apaciguándonos, apagando ese dolor...

También supongo que habrá casos y ocasiones, en las que se mezclen estas teorías. Todo tiene cabida.
Y de repente te despiertas y no te acuerdas de nada.

Lo que os puedo asegurar es que el dolor engancha, y mucho. ES super adictivo.
A veces puede resultar la vía rápida y/o fácil para muchas cosas y otras veces... según la personalidad de la persona en si, su ambiente... y TODO (porque todo nos influye) hace que estas cosas ocurran, sin más.

A todo esto que os he contado, también, en todos los casos, habría que añadir el hecho de el autocastigo que nos hacemos... es dejando que nos castigue otra persona (como puede ser el caso de una mujer maltratada).


~

En fin, creo que necesitaba escribir sobre esto.
Recordar que todo lo que hagamos o dejemos de hacer en la vida... nos va a perseguir de una manera u otra, siempre. Y que de todo de aprende... Así que mucho ánimo y mucha fuerza para afrontar las adversidades del día a día, de la vida y de todo. Yo me guardo mi mapa. Y recuerdo cada día por cojones, lo quiera o no... quien soy.